Señor Dios, nuestras almas te anhelan a ti y a tu gloria, por el día cuando será dicho: «¡Todo se ha cumplido! Ahora viene tu reino. Ahora comienza tu día. Cuando miremos hacia atrás en todo lo que nos ha pasado, ahora todo queda claro». Te agradecemos por permitirnos vivir sin temor, revitalizados y renovados una y otra vez, esperando el bien que das en la tierra. Muéstranos el camino que debemos andar. Concede tu bendición en nuestros corazones, para que aun en necesidad y muerte, temor y aflicción, siempre tengamos luz y fortaleza. Tú eres nuestra salvación, Señor nuestro Dios. De ti proviene la salvación de nuestras almas. Confiamos en ti hoy y cada día. Alabamos tu nombre y esperamos en ti el día que tienes preparado para el mundo entero: el día cuando la luz iluminará cada corazón. Amén.