Medita bien las palabras, recuerda que son el espejo del alma, tu vida está llena de lo que predicas, omite las oscuridades de tus debilidades y trabaja en transformarlas, emite sólo las luces de tu alma, a partir de este momento ábrete al perdón y pídele a Dios que forje tu corazón de nobleza. Que el espiritu santo sea nuestra luz. Bendiciones.

por Rafael Osorio

Buenos días.