Nadalla Alrajo creció en una familia musulmana estricta, donde su padre era un jeque. Desde temprana edad, comenzó a sentir curiosidad por Jesús, preguntando a su padre si él era Dios tras aprender sobre su resurrección.
Sin embargo, estas preguntas fueron mal recibidas, lo que llevó a su familia a inscribirlo en una escuela islámica después de recibir golpes por sus indagaciones sobre la fe cristiana.
A los 13 años, Nadalla se encontró atrapado en comportamientos negativos y lidiaba con un profundo miedo a la muerte y al infierno, lo que le causaba insomnio. La depresión lo llevó a cuestionar la existencia de Dios, tanto en el cristianismo como en el islam, y en su desesperación, consideró el suicidio.
Sin embargo, una oración sincera marcó un punto de inflexión en su vida, resultando en una experiencia sobrenatural que lo impactó profundamente.
“Un hombre entró en mi habitación con una luz grande, una luz fuerte, y me decía: Nadalla, yo soy el camino, la verdad y la vida. Me tomó la mano durante 15 segundos. Después de que me dejó, se habían ido toneladas de pesos pesados de mis hombros”, contó.
En medio de su búsqueda espiritual, Nadalla conoció a un árabe cristiano en línea que lo motivó a leer la Biblia. Comenzó su lectura con los Evangelios, y se sorprendió al encontrar en Juan 14:6 un eco de las palabras que había escuchado en su experiencia con Dios: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
Esta revelación fue determinante, y Nadalla aceptó a Jesús en su corazón, iniciando su camino hacia la fe cristiana.
Tras aceptar a Cristo, Nadalla enfrentó la persecución familiar, ya que su padre intentó matarlo en 22 ocasiones. A pesar de los ataques, logró evangelizar a su hermano mayor, quien también se convirtió al cristianismo.
Cuando ISIS llegó a su ciudad, su hermano se negó a unirse a la yihad, optando por vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús sobre el amor y el perdón. Nadalla comparte con orgullo cómo su hermano eligió seguir un camino de paz en lugar de violencia a pesar de que ésta tuviera un precio muy alto, pues le costó la vida.
“Simplemente tomó la pistola y lo mandó a casa”, lamentó.
Después de enfrentar numerosas dificultades, Nadalla encontró paz en Canadá, donde se casó y fundó dos iglesias. Desde su llegada, ha dedicado su vida a la evangelización, estableciendo un ministerio en línea que difunde las Buenas Nuevas a nivel mundial.
Actualmente, su plataforma recibe aproximadamente 3 millones de visitantes al mes, y su objetivo es continuar compartiendo la verdad del evangelio.