Señor nuestro Dios, con todo nuestro corazón venimos ante tu rostro. Nuestros corazones siempre estarán ante tu presencia, pidiendo, anhelando y creyendo que tú guiarás correctamente nuestros asuntos. Protégenos, porque eres nuestro Dios y Padre. Protege a todos los que están en peligro y a quienes deben exponerse a los peligros. Dale a conocer tu gran amor y tu presencia viviente a los corazones de los moribundos. Acerca nuestros corazones en unidad, para que tengamos comunión en ti, y que nuestra fe y esperanza se establezcan solamente en ti. Protégenos durante la noche y ayúdanos a tener paz en cuanto a todas nuestras preocupaciones, porque están en tus manos, como lo está cada preocupación de cada persona. Nosotros mismos estamos en tus manos, Señor Dios, Padre nuestro, y ahí queremos permanecer. Tus manos pueden sanar y restaurar todo. ¡Alabado sea tu nombre! Amén.
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