En Pakistán, más de 20.000 hornos de ladrillos esclavizan a 4,5 millones de personas, a pesar de que está prohibido. Los políticos suelen ignorar esta situación y aceptar sobornos de los propietarios de los hornos, donde trabajan principalmente minorías religiosas vulnerables.
Las minorías religiosas representan el 5% de la población en Pakistán, pero constituyen aproximadamente el 50% de los trabajadores en los hornos de ladrillos. La organización Christian Aid estima que el 1,9% de la población es cristiana, con un total de 80 cristianos por cada 100 trabajadores en los hornos.
Los hornos de ladrillos son cruciales para la infraestructura en Pakistán, pero también son lugares de esclavitud donde generaciones de familias trabajadoras quedan atrapadas en deudas impagables y sin esperanza para el futuro, según informa Christian Aid.
«Esta esclavitud del siglo XXI ha convertido a los propietarios de los hornos de ladrillos de Pakistán en hombres ricos», dijo Lord David Alton, copresidente del Grupo Parlamentario de Todos los Partidos del Reino Unido para las Minorías Paquistaníes.
«Su riqueza se acumuló sobre las espaldas rotas de millones de los trabajadores más pobres e indefensos que pagaron un alto precio en miseria humana», añadió.
Christian Aid informó que misioneros indígenas están trabajando para ofrecer a las familias esclavizadas oportunidades de una vida mejor. Estos cristianos proporcionan comidas y educación a 225 niños albañiles en una escuela local, algunos de ellos huérfanos, y otros misioneros distribuyen Biblias y útiles escolares, además de impartir clases bíblicas.
“En los últimos meses, una transformación inspiradora ha echado raíces en la comunidad, particularmente entre las familias alfareras, impulsada por la potente influencia del Evangelio”, dijo un líder del ministerio.
“Una creciente conciencia de la importancia de la educación se está extendiendo en toda la comunidad, influenciada por el impacto del Evangelio y los esfuerzos persistentes por defender el aprendizaje”, agregó.
Gracias al trabajo de los misioneros compartiendo a Jesús y proporcionando recursos básicos, las familias desesperadas comenzaron a ver una vida diferente.
Las familias se están liberando de restricciones históricas y empoderando a sus hijos, testimoniando la capacidad del Evangelio para transformar vidas, aunque la situación en las fábricas de ladrillos sigue siendo difícil.
“Por favor, oren para que el mensaje del Evangelio llegue a estas almas cansadas y les recuerde que un día la vida será hermosa”, concluyó la misión.
