Señor nuestro Dios, nuestro padre del cielo y la tierra, estamos agradecidos de que tengas un pueblo al que le dices: «Ustedes son míos». Concédenos también pertenecer a este pueblo. Fortalécenos en la fe de que somos tuyos, para que podamos llegar a conocer tu reinado y tu justicia. Protégenos en todos los caminos que andamos durante nuestra vida en la tierra. Los tiempos son malos, pero venga lo que venga, cada uno de nosotros tiene en su corazón la certeza: «somos tuyos». Por mucho tiempo nos has cuidado y mantenido a salvo. Afirmamos una y otra vez: «Señor Dios, por medio de Jesucristo nuestro Salvador, somos tuyos». Amén.
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