Amado Padre que estás en el cielo, abre nuestro corazón a la maravilla de poder llamarte Padre y a lo asombroso de estar unidos contigo. Tú eres fuente de toda vida y poder. En ti está la redención, y nosotros necesitamos ser redimidos antes de poder vivir rectamente. Quítanos las presiones que nos impone la avalancha de acontecimientos. Haznos completamente libres como pueblo guiado por tu mano, quienes pueden regocijarse porque todo será vencido por medio del poder que nos das en Jesucristo. Protégenos del temor y de todo mal. Muéstranos cada vez con mayor claridad el destino maravilloso y bueno para todos los pueblos sobre la tierra, para que puedan encontrar con expectación la felicidad, a pesar de todo el estrés del presente. Amén.
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