Señor nuestro Dios, luz del mundo y luz de nuestra vida humana, te damos gracias por enviarnos tu Palabra a nuestros corazones. Tu Palabra obra en nosotros y nos permite regocijarnos. Aunque con frecuencia experimentamos tiempos difíciles y amargos aquí en la tierra, ya podemos regocijarnos, como el mundo se alegrará cuando tu voluntad y tu palabra se hayan cumplido. Protégenos y guárdanos en la pureza y libertad de espíritu, para que seamos tus siervos, que de vez en cuando se nos permita decir una palabra en armonía con la gran y poderosa Palabra que tú has enviado al mundo. Amén.
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