La oración más allá del templo: el auge de los montes de oración en Brasil

La oración más allá del templo: el auge de los montes de oración en Brasil

En las afueras de las grandes ciudades de Brasil, los fieles convierten las colinas en lugares de culto donde celebran tiempos de oración y adoración a Dios. Este fenómeno ha ganado relevancia en los últimos años y refleja una búsqueda de los fieles por experiencias espirituales más personales y una conexión directa con lo sagrado, alejándose de las estructuras eclesiásticas tradicionales y encontrando en la naturaleza un espacio propicio para la oración y la reflexión.

Un ejemplo destacado es lo que sucede en Río de Janeiro, donde se encuentra la Escada de Jacó (Escalera de Jacob), ubicado en el barrio de Irajá, al norte de la ciudad, uno de los más concurridos. Decenas de creyentes suben hasta la cima de este pequeño montículo para orar de manera más intima que en los templos tradicionales.

«En Irajá, el Monte Escalera de Jacob llama la atención de quienes pasan por sus alrededores. Tan peculiar como el movimiento frenético de la gente por la pequeña colina es su historia: en 2010, los evangélicos comenzaron a ocupar el lugar, antes conocido como el área de tortura del tráfico. Para muchos, el cambio tuvo lugar por voluntad divina; otros admiten una causa más terrenal, el intercambio de dominio entre poderes paralelos”, informaba O Globo en 2015. Por lo que si hacemos cuentas ya van casi 15 años de peregrinaciones para llegar al lugar que despierta una curiosa práctica.

Monte de oración BR
Monte Escada de Jacó (Escalera de Jacob), Río de Janeiro, Brasil. Foto: Youtube Igreja Cara de Leão

Los montes de oración no están vinculados a milagros o apariciones. En el caso brasileño son terrenos, en su mayoría públicos, que los cristianos evangélicos ocupan, administran y cuidan. Muchos de ellos antes destinados a actividades relacionadas con la delincuencia, por lo que resultan espacios ganados para el buen desarrollo de la sociedad.

“Hace unos 15 años este lugar era un rincón abandonado plagado de matorrales y escondites de narcotraficantes. Con el tiempo, los evangélicos se fueron apropiando de él. Ahora está abierto las 24 horas, porque no son pocos los que vienen aquí a pasar la noche rezando o cumpliendo alguna promesa. ‘Aquí nadie te molesta, Dios está contigo, los ángeles están acampados. Pasar la noche con Cristo es lo mejor que hay’, decía convencido Lúcio Alves, habitual del lugar. «Trabaja en una tienda ambulante a las puertas del monte vendiendo aceites milagrosos”, señaló una publicación del diario El País de España en su versión latina.

Los vecinos aseguran que hoy en día el monte es uno de los puntos más seguros del barrio. Los fieles acuden en solitario, con familiares o amigos, pero sin grandes aglomeraciones. No se ven pastores con micrófonos en mano ni se escuchan los clásicos gritos de «aleluya». El ambiente es de recogimiento: cada uno busca un rincón en el parque para orar en tranquilidad. Además, la mayoría destaca como punto positivo la ausencia de intermediación pastoral.

Las diferentes denominaciones pentecostales, las iglesias que más han crecido en Brasil en los últimos años, comparten la gestión del espacio. Generalmente, no hay una iglesia dueña del monte; la administración es descentralizada y colaborativa. El Ayuntamiento de Río de Janeiro, por ejemplo, ha invertido en la mejora de estos espacios, instalando bancos, rampas y papeleras.

Una de las congregaciones que utilizan el monte de la Escalera de Jacob es la Iglesia Cara de León, Nuevo Proyecto de Vida, quienes habitualmente suben a tener momentos de oración y adoración a Dios. Una iglesia que dice de sí misma ser «mucho más que una iglesia de cuatro paredes. Rompemos barreras y estamos presentes en los hogares. Vivimos días maravillosos con nuestros queridos hermanos y sus familias». Y lo demuestran en sus peregrinaciones hacia el monte que destaca en Irajá, el Monte Escalera de Jacob.

https://www.youtube.com/embed/xbJK1RK989Y?si=xcTJSD4v2Cc23tUE Sin embargo, el movimiento también genera tensiones con otros credos, especialmente con el candomblé y la umbanda, religiones de matriz africana cuyos seguidores se sienten discriminados. 

Pese a las controversias, la búsqueda de espacios más allá de las iglesias no se detiene, y la clase política está atenta. Recientemente, el Ayuntamiento de Río de Janeiro anunció planes para reformar otros diez montes de oración e incluso construir un parque temático dedicado al cristianismo.

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