Señor nuestro Dios, tú llenas cielo y tierra con tu Espíritu y nos permites compartir de tus dones. Te damos gracias por todo lo que nos has dado, por todo lo que nos estás dando y nos darás. Somos pobres y necesitados, a pesar de nuestros esfuerzos, anhelos y búsqueda. Solo tú, por medio de tu Espíritu, puedes encender algo en nosotros que nos ayude a seguir hacia tu meta. Guárdanos de quedar atrapados en lo hace la gente; la suprema ayuda para nuestros corazones es lo que tú haces. Cada uno de nosotros ha recibido ayuda más allá de lo que hubiéramos esperado o imaginado. ¡Cuánto has hecho por nosotros! ¡Cuánto estás haciendo por las naciones! Sí, te lo agradecemos en este tiempo. Aunque nuestras vidas a menudo parecen sin esperanza y llenas de dolor, tus poderes todavía viven entre nosotros, obrando para nuestro bien y despertándonos a una nueva vida. Con seguridad llegará el tiempo, cuando nuestros corazones sean liberados de su hambre, y podamos ser llenos con la vida celestial, que nos das en Jesucristo. Amén.
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