Señor nuestro Dios, como el ciervo brama en busca de agua fresca, así anhelan nuestras almas por ti, oh Dios. Nuestras almas tienen sed de ti, del Dios vivo. Nos presentamos ante tu presencia y derramamos nuestros corazones delante de ti. Traemos ante ti todo lo que nos duele, todos nuestros sufrimientos y necesidades. También te traemos nuestras esperanzas y muchas pruebas que nos has dado para no arruinar nuestras vidas, ya que pueden ser dirigidas a grandes cosas. Que la luz de tu Espíritu alumbre en nosotros hoy y siempre. Amén.
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