Señor nuestro Dios, nos regocijamos de poder llamarnos tus hijos. En nuestra debilidad te pedimos refugio en tus manos. Fortalécenos en la fe y esperanza de que con seguridad nuestras vidas vayan por el camino recto, no por nuestro propio esfuerzo, sino por medio de tu protección. Concede que a través de tu Espíritu, lleguemos a percibir más y más que estás con nosotros. Ayúdanos a estar alertas en nuestra vida cotidiana y escuchar cuando tú nos quieres decir algo. Revela el poder y la gloria de tu reino en muchas personas, para la gloria de tu nombre, y apresura la llegada de todo lo bueno y verdadero en la tierra. Amén.