Amado Padre que estás en el cielo, ante ti estamos como tus hijos y alzamos a ti nuestra mirada. Somos pobres y necesitados, a menudo desdichados y atormentados. Permite que tu mirada descanse sobre nosotros y nos concedas la ayuda que necesitamos. Bendícenos cuando nos reunimos en el nombre de Cristo Jesús, para que seamos un pueblo que aprende a servirte en todos los caminos que andamos, aunque sea difícil. Danos una fe verdadera para cada momento. Que tengamos alegría y confianza en que estás con tus hijos, y que permaneces con ellos para siempre, hasta la gran hora de la redención, cuando nos regocijaremos con todas las generaciones pasadas y con todos los que viven hoy día. Amén.