En el camino de la vida, a menudo nos encontramos con diversos desafíos y dificultades que nos hacen sentir impotentes y frustrados. Este versículo del Salmo 28:7 nos dice: Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza. Cuando aprendemos a invocar a Dios y confiar en Él para que nos ayude, descubriremos que Dios no está muy lejos en el horizonte, sino que está con nosotros todo el tiempo. Dios es nuestro refugio y nuestro escudo sólido. Dios nos da el coraje y la fuerza para enfrentar cada desafío en la vida y nos protege del daño y el peligro.
Publicada enPredica del dia